“Anicca” es una palabra en pali, un antiguo idioma utilizado en los textos budistas (previo al sánscrito) y que se traduce comúnmente al español como “impermanencia” o “transitoriedad”.
Es uno de los conceptos fundamentales en la filosofía budista.
Según la enseñanza budista, todas las cosas en el mundo están sujetas a cambios constantes y no poseen una naturaleza permanente.
Nada perdura en su forma original, todo está en un estado de flujo y transformación. Esto incluye tanto los fenómenos externos, como el mundo físico y los objetos materiales, como los fenómenos internos, como los pensamientos, las emociones y las experiencias personales.
La comprensión profunda de la impermanencia es considerada esencial en el camino hacia la liberación del sufrimiento, de acuerdo con la doctrina budista.
Al reconocer que todo está sujeto al cambio y que aferrarse a las cosas y experiencias efímeras causa sufrimiento, se busca desarrollar una actitud de desapego y aceptación frente a la impermanencia.
El concepto de “anicca” no solo se aplica a las cosas negativas o desagradables, sino también a las cosas positivas y agradables. Todo en la existencia, sin importar su naturaleza, es considerado impermanente.
La contemplación y la comprensión de la impermanencia son parte de la práctica budista, ya sea a través de la meditación o la reflexión diaria. Al reconocer y aceptar la naturaleza transitoria de todas las cosas, se busca desarrollar una mente más equilibrada y una actitud de desapego, lo cual es considerado fundamental para alcanzar la liberación del sufrimiento y el despertar espiritual en el budismo.