Este artículo captura el concepto de “esencia del alma conectada a la fuente divina o universal” en cada cultura, es decir, la chispa divina interior, eterna, inmortal, que trasciende cuerpo y mente.
Cultura | Palabra | Significado base |
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Cultura Taygetana | Set'ha'ya | Alma, conexión con la fuente. |
Aborigen Australiano | Ngarrangarni | Conexión con el Dreamtime, tiempo primordial donde los seres ancestrales crearon el mundo. |
Azteca/Mexica | Teyolía | Esencia del alma residente en el corazón, conectada a los dioses como Quetzalcóatl. |
Babilonia/Sumerio | Zi (𒍣) | Fuerza vital que emana de los dioses y habita en humanos y naturaleza. |
Celta (Druidismo) | Awen (ᚨᚹᛖᚾ) | Inspiración divina que fluye de la Fuente, representada como tres rayos de luz. |
China Taoísta | Shén (神) | Nivel más elevado del alma, asociado con la conciencia pura y la conexión con el Tao. |
Egipcio antiguo | Ba (𓅓) | Personalidad y fuerza vital que conecta al individuo con los dioses y el más allá. |
Hawaiano | ‘Uhane | Alma o espíritu inmortal, la parte eterna que conecta con el mana. |
Hebrea (Bíblica) | Neshama (נשמה) | “Chispa divina” que conecta al hombre con lo trascendente, según la Cábala. |
India antigua (Hinduismo) | Ātman (आत्मन्) | Yo eterno e inmutable, idéntico a Brahman (lo Absoluto). |
Inuit | Anirniq (ᐊᓂᕐᓂᖅ) | La conexión con la eternidad, el flujo continuo de la vida. |
Japonés | Tamashii (魂) | Alma individual que puede ascender para convertirse en un kami (deidad/espíritu reverenciado). |
Maorí (Nueva Zelanda) | Wairua | Espíritu eterno que fluye entre el mundo físico (Te Ao Mārama) y el espiritual (Te Pō). |
Mapuche (Chile/Argentina) | Püllü | Espíritu vital que proviene del Pu-Am (alma universal) y se reintegra al cosmos tras la muerte. |
Maya | Ch'ulel | Esencia sagrada, porción de la fuerza divina que anima el universo. |
Nativos Norteamericanos | Sicun | Espíritu guardián dado por el Wakan Tanka que regresa a la fuente tras la muerte. |
Navajo (Diné) | Níłchʼi | “Aliento Sagrado”, fuerza vital que une a los seres con el Espíritu del Viento y el equilibrio cósmico. |
Nórdica Antigua | Önd | “Aliento de vida” infundido por Odín, que conecta a los humanos con el árbol cósmico Yggdrasil. |
Quechua (Andes) | Ajayu | Fuerza espiritual relacionada con la Pachamama y los Apus (espíritus de las montañas). |
Tibetano | Rigpa (རིག་པ་) | Conciencia pura, despierta, sin ego; la verdadera naturaleza del alma. |
Yoruba (África Occidental) | Ori | “Yo” espiritual elegido ante Olodumare (Dios Supremo) antes de nacer. |
El Ngarrangarni (El Tiempo del Sueño o “Dreamtime”) es un concepto que abarca el tiempo, el espacio y la existencia. La “esencia del alma” está ligada a los seres y lugares del Dreamtime, que es la fuente de toda vida y conocimiento espiritual.
No es una palabra específica para el concepto de “alma”, el Ngarrangarni (El Tiempo del Sueño o “Dreamtime”) es un concepto que abarca el tiempo, el espacio y la existencia.
Es el tiempo primordial donde los seres ancestrales crearon el mundo y sus leyes. Cada individuo tiene una conexión intrínseca con este “Dreamtime” a través de su espíritu ancestral y su linaje. La “esencia del alma” de una persona está indisolublemente ligada a los seres y lugares del Dreamtime, que es la fuente de toda vida y conocimiento espiritual. Es una conexión directa con lo sagrado y la creación.
El Teyolía residía en el corazón y era la esencia que los dioses como Quetzalcóatl nutrían con sacrificios. Tras la muerte, iba al Mictlán (inframundo) o al Tonatiuhichan (paraíso solar).
El Tonal (Náhuatl - la lengua azteca/mexica) es la energía vital que habita en los seres vivos, particularmente en la cabeza y el cerebro. Está directamente relacionado con el destino, el calor vital y la conexión con el universo (el cosmos y los dioses). Se creía que el destino de una persona estaba ligado a su tonal y a las influencias cósmicas del día de su nacimiento
El Ch'ulel (lengua Maya) es el “alma” o “espíritu” vital que impregna a las personas, animales y elementos de la naturaleza. Es la esencia sagrada, una porción de la fuerza divina que anima el universo. Se asocia con el corazón y la sangre, y es la chispa de lo divino que permite la vida y la conciencia.
El Zi era la “fuerza vital” infundida por los dioses (como Enlil). Las tablillas de arcilla describen cómo el Zi abandonaba el cuerpo tras la muerte, yendo al Kur (inframundo).
Es el principio que anima al ser humano, conectado a la divinidad a través de ese aliento original de la creación.
Anam (en gaélico), es el Alma o esencia eterna. El término “Anam Cara” significa “alma amiga”, vínculo sagrado. Es lo que los bardos, druidas y videntes perciben como el canto del universo. El alma que vibra con el Awen está en armonía con la Fuente (Druidh), representada como tres rayos de luz.
Los bardos la invocaban para crear poesía sagrada.
En el taoísmo, Shén (神) representa el nivel más elevado del alma, asociado con la conciencia pura y la conexión con el Tao (lo Absoluto). Según la tradición, el ser humano tiene tres almas (Hun, Po y Shén):
Cultivar el Shén a través de la meditación, respiración (qìgōng) y compasión permite que el alma se refine hasta volver a su origen, volverse inmortal en espíritu.
El Ba (𓅓) representa la personalidad, el carácter, la fuerza vital y la capacidad de moverse libremente entre los mundos (terrenal y divino) después de la muerte.
Es la parte que conecta al individuo con el más allá y con los dioses. Sin embargo, no es la única parte. El Ka (fuerza vital o doble espiritual que permanece con el cuerpo) y el Akh (el espíritu glorificado y fusionado con los dioses) también implican en su conjunto para entender el concepto completo del “alma conectada con lo divino”.
El ‘Uhane es el alma o espíritu inmortal que viaja con la persona más allá del cuerpo físico. Es la parte eterna que se conecta con el mana, la energía espiritual universal. A través de prácticas como el ho’oponopono, se limpia y armoniza el alma para mantener su pureza y unidad con la Fuente.
Como alma individual, tras la muerte, puede convertirse en ‘Aumakua (espíritu ancestral). Los kahunas (chamanes) trabajan con el mana (energía espiritual) para guiarla.
En la tradición hebrea, especialmente en textos bíblicos y cabalísticos, el alma no es una entidad monolítica, sino que tiene varios niveles.
El Néfeš (נפש) es el nivel más básico del alma, la fuerza vital que anima el cuerpo y se asocia con los instintos, deseos y la vida misma. Es lo que nos hace seres vivos. Sin embargo, el Neshama (נשמה) es el nivel más elevado del alma, la “chispa divina” que conecta directamente con Dios (la Fuente). El Neshama es el intelecto y la conciencia superior, la parte del alma que permite la percepción espiritual, la intuición y la comunicación con lo divino
Ātman (आत्मन्) es el yo eterno, yo-verdadero, alma individual que es idéntica al Brahman (la fuente divina), lo Absoluto. Es la conciencia pura, eterna e inmutable. El alma no nace ni muere, simplemente es.
Reconocer el Ātman como nuestro verdadero ser es liberarse del ciclo de reencarnaciones (samsara) y alcanzar la iluminación (moksha).
El Tarneq (ᑕᕐᓂᖅ) es el alma individual que puede viajar y persiste después de la muerte, y que a menudo se cree que se conecta con el nombre de un ancestro y representa la chispa vital encarnada, pero no necesariamente la parte que trasciende o se reintegra al cosmos. mientras que el Anirniq (aliento) es más una relación con la fuerza vital.
El Tamashii es el alma individual y la esencia vital, que puede ascender para convertirse en un kami (deidad/espíritu reverenciado) después de la muerte, sugiriendo una conexión con lo divino.
Reikon (alma del difunto) y Shinrei (espíritu divino), pero Tamashii es la “chispa del alma”.
Para los Maorí, el Wairua es el espíritu o alma de una persona, así como el espíritu de los objetos y lugares. Literalmente significa “dos aguas” o “agua que fluye”, simbolizando la dualidad y la fluidez del espíritu. Es la fuerza vital, la conciencia y la esencia que conecta al individuo con el Io (el Ser Supremo o Dios, la Fuente Primordial en algunas tradiciones Maorí) y con los atua (dioses y ancestros deificados)
Wairua El “espíritu eterno” que fluye entre el mundo físico (Te Ao Mārama) y el espiritual (Te Pō).
Los tohunga (sacerdotes) lo guiaban en rituales como el tangi (funeral). El alma, si está en equilibrio, fluye en armonía con los ancestros y el universo.
Para el pueblo mapuche, el Püllü es el espíritu vital que habita en cada ser y que proviene del Pu-Am, el alma universal. Al morir, el Am (alma individual) se transforma en Püllü, que inicia un viaje espiritual hacia el Ngill Chenmaiwe, guiado por entidades sagradas como las Trempülkalwe.
Este tránsito busca la reintegración del alma al alma cósmica, pasando por estados como Alwe y Pillán. El Püllü no solo es energía vital, sino también memoria ancestral y destino, y su equilibrio es esencial para la salud espiritual y comunitaria
El alma está unida al Ngenechen (el gran espíritu creador), y el equilibrio con la naturaleza y los ancestros permite que el alma mantenga su integridad y poder.
El Ch'ulel es el “alma” o “espíritu” vital que impregna a las personas, animales y elementos de la naturaleza. Es la esencia sagrada, una porción de la fuerza divina que anima el universo.
El Sicun es la parte del alma que representa el “poder” o “espíritu guardián” que se da al nacer y que es innato en cada individuo. Es un fragmento del Gran Espíritu (Wakan Tanka) dentro de la persona, su esencia vital y protectora.
Después de la muerte, el Sicun regresa a Wakan Tanka.
El Niłchʼi es el aliento vital sagrado, la fuerza que anima y conecta con el universo. Es la manifestación de lo divino en el ser vivo.
El énfasis está en la armonía (hózhó) entre todos los aspectos de la existencia. No separan claramente “alma” y “espíritu”.
Önd podría ser el término que mejor se alinea al concepto pues es el “aliento de vida” y se considera la chispa de la vida infundida por los dioses (Odín, Hœnir y Lodur) en los primeros seres humanos y que conecta a los humanos con el árbol cósmico (Yggdrasil).
Es equivalente al alma o espíritu divino. Es la chispa que permite la conciencia y la vida interior, y que al morir puede viajar a otros mundos (como Valhalla o Helheim), según la vida vivida.
El Ajayu es la fuerza espiritual que anima a cada persona y que permanece tras la muerte. Se considera que nace con nosotros y puede fortalecerse o debilitarse según nuestras acciones. Está íntimamente relacionado con la Pachamama (madre tierra), con los Apus (espíritus de las montañas) y el Wiraqocha (Dios Creador, la Fuente Suprema)
El alma conecta cielo, tierra y comunidad, asegura la continuidad de la vida y la relación armoniosa con el cosmos.
En el budismo tibetano, Namshe es la mente condicionada, mientras que Rigpa es la conciencia pura, despierta, sin ego, la verdadera naturaleza del alma.
El Namshe es la mente ordinaria, la conciencia dualista que percibe el mundo de los fenómenos, los pensamientos y las emociones. Es lo que procesa las experiencias. Rigpa es la “mente pura”, la conciencia primordial, la naturaleza búdica inherente en cada ser. Es la sabiduría intrínseca, la claridad luminosa y vacía que no está oscurecida por las aflicciones mentales. Rigpa es la máxima conexión con la Fuente o la “naturaleza de la mente” iluminada, y es el objetivo de las prácticas meditativas tibetanas despertar esta Realidad Absoluta.
Reconocer el Rigpa es despertar al estado original, unirse con la Vacuidad luminosa (Dharmakaya), la verdadera Fuente.
En la tradición yoruba (Nigeria, Benín, Togo), el Ori es el “Yo” o la “cabeza”, pero en un sentido espiritual. Es el destino individual y la conciencia personal. Se cree que cada persona elige su Ori ante Olodumare (Dios Supremo, la Fuente) antes de nacer.
Es el asiento del alma, la conciencia y el destino, y se considera una porción de lo divino dentro de cada individuo. Es la parte del ser que guía y protege, conectando a la persona directamente con la fuente.