Fue un filósofo neopitagórico nacido en Tiana, en la región de Capadocia (actual Turquía). Vivió durante el Imperio Romano y es conocido por su vida ascética, su sabiduría, y sus enseñanzas morales y religiosas, que lo convirtieron en una figura legendaria de su tiempo.
Viajó extensamente por Grecia, Egipto, Mesopotamia e incluso la India, donde, según algunos relatos, buscó el conocimiento de los sabios orientales. Predicaba una vida de virtud, vegetarianismo, castidad, y rechazo de los sacrificios cruentos, siguiendo los ideales de Pitágoras. Se le atribuían poderes milagrosos y proféticos, y fue considerado por algunos como un ser divino o un santo filósofo, con poderes sobrenaturales, capaz de hacer milagros, adivinar el futuro, expulsar demonios, evocar a los muertos, ver lo que pasa a mucha distancia y entender el lenguaje de los animales.
Se dice que fue admirado por los brahmanes de la India, los magos de Persia y los sacerdotes de Egipto. En Hierápolis, en Éfeso, en Esmirna, en Atenas, en Corinto y en otras grandes poblaciones de Grecia, Apolonio apareció como preceptor del género humano, visitando los templos, corrigiendo las costumbres, por ejemplo los sacrificios de animales para los dioses, y predicando la reforma de todos los abusos. Vespasiano, que le había conocido en Alejandría, le miraba como hombre divino y le pedía consejo.
Su vida fue recogida en una biografía escrita por Filóstrato en el siglo III d.C., encargada por la emperatriz Julia Domna. Esta obra lo presenta como una figura casi mística, lo que ha generado comparaciones con Jesucristo, especialmente en épocas tardías.