SANANDA: Es el Mesías de este planeta y uno de los setenta Mesías de este Universo, instructor, conductor de la humanidad terrestre. Por ser hijo del Padre Sirio, le corresponde esta Misión de Luz, plenamente aceptada y realizada. La cumplió magníficamente en sus nueve encarnaciones donde fue:
El Amado Sananda es un Arcángel del Séptimo Cielo, llamado de los Amadores por la realización del Amor Divino. Se preparó como Mesías en su servicio entre las filas de los Cirios de Piedad, para ayudar en las esferas astrales. Su Rayo Gemelo se llama Odina, es Mesías de Venus e igualmente fue Cirio de piedad en tiempo muy lejanos.
Sananda tiene muy alta evolución y jerarquía en las Esferas de Luz: es el Comandante Supremo de la Flota Intergaláctica y del Comando Ashtar, la máxima autoridad para los Hermanos Mayores en misión de servicio.
Su nave espacial, llamada Estrella, está bajo el mando del Comandante Ashtar Sheran quien, bajo el control de Sananda, se encuentra al frente del Comando que lleva su nombre, en ayuda exclusiva de la Tierra.
La Última de las encarnaciones terrestres de Sananda fue como Jesús el Cristo. No toda esa vida contenida en los relatos bíblicos, sino apenas los tres finales años de su ministerio, narraciones que se encuentran bastantes distorsionadas actualmente debido a supresiones e intercalaciones.
Resulta absurdo e infantil pensar que “Jesucristo” esta solo encima de un pedestal, en las iglesias o dentro de lo que llaman “sagrario”. Por Ley de Evolución y de eternidad, todo ser que comenzó a vivir, vivirá siempre y seguirá subiendo a niveles mayores, ya que la muerte no existe en su manifestación física. Por ello, el amado Sananda vive en las Octavas de Luz y, desde allí, ayuda a la Tierra que es su heredad. Como Enviado o Mesías, el Padre Sirio lo mandó para conducir a esta humanidad y así lo sigue haciendo. Es uno de los Maestros que dictan enseñanza a través del Foco de Luz de la Obra Ray Sol, con el nombre de “Sananda”, que lo identifica en las Altas Esferas.
Jhasua es el nombre hebreo del Amado Sananda, Mesías de este mundo a quien la religión conoce como Jesús o Jesucristo. Al traducirlo al castellano, quedo en Jesús. Las palabras “de Nazareth” se refieren al lugar donde vivió y tenía a su familia pues, en aquellos tiempos, no existían los apellidos paternos como en la actualidad y las personas recibían el nombre de los sitios donde habitaban.
La vida de Jhasua relatada en la Biblia (Nuevo Testamento) no está completa ni corresponde a la Verdad exactamente, pues hay interpretaciones erradas, intercalaciones y muchas supresiones. Por ejemplo: Solo se conocen los tres últimos años, pero se ignora la infancia y juventud; aunque eso estaba minuciosamente escrito, conservado por los esenios en los archivos de los grandes santuarios existentes en Israel.
Jhasua es hijo del Padre Sirio (Su Divina Presencia), Mesías de este planeta, lo cual quiere decir instructor y conductor de la humanidad que lo puebla. Originario del Sistema del Sol Verde (regido por el Padre Sirio) procede del planeta Ciriazul. Es uno de los setenta Mesías de este Universo que fueron los primeros hijos del Padre Sirio. Como ya sabemos, Jhasua encarnó nueve veces en l Tierra para llevar a cabo su misión redentora de ayuda: Fue Juno, Numú, Anfión, Antulio, Abel, Krishna, Moisés, Bhuda y Jhasua de Nazareth. Actualmente, es Jefe Supremo del Comando Intergaláctico y del Comando Ashtar, una de sus ramificaciones. Desde los Altos Planos de Luz, sigue prestando su infinita asistencia a la humanidad terrestre. Su ubicación evolutiva estaba en el séptimo Plano de la Quinta Dimensión, al cual se le llama “Séptimo Cielo”, morada de los Arcángeles más evolucionados: Los Amadores, pero, por sus valiosos y múltiples servicios, ya paso a la Sexta Dimensión de este Universo. Siguen mas niveles, pues el mismo decía: “Muchos grandes seres van delante de mí, a los cuales yo ni mirar pudiera” Esto significa que la evolución es infinita, siempre ascendente y nunca termina en el eterno vivir que es hoy.
Jhasua, hijo de Myriam y Joseph, nació en la ciudad de Belén, no precisamente en un pesebre donde estaban la mula y el buey. María y José se trasladaron a Belén desde su hogar en Nazareth, porque extraños prodigios de luces fosforescentes inquietaban a los vecinos. Con objeto de que el nacimiento pasara inadvertido, buscaron residencia transitoria en casa de unos familiares: Sara y su esposo Elcana, tíos de María, que vivían en Belén. En ese sencillo hogar, nació Jesús, sin mula ni buey, Reyes Magos, estrella en el cielo ni pastores que presenciaran el prodigioso. Siete personas fueron testigos del acontecimiento: Sara, Elcana, Josías, Alfeo y Eleazar (que eran amigos), los esposos José y María, quienes se encontraban en ese sencillo hogar.
Jesús se educo entre los esenios, protegido e instruido por la Gran Fraternidad desde temprana edad. Conoció a sus primero Maestros en el Monte Hermón, donde vivió algunos años de su niñez. Posteriormente, visito los Santuarios del Monte Tabor, Quarantana, Monte Carmelo y Moab. En este último, recibió su consagración como Maestro de Divina Sabiduría. Jhasua fue hijo único de María, casada con el honrado artesano José de Nazareth; pero tuvo cinco hijos hermanos hijos de José y de su primera esposa Débora. También, tuvo una numerosa familia, pues sus hermanos se casaron. Apreciaba mucho a su tío Jaime, hermano de su madre, que siempre lo cuidaba en sus necesidades materiales cuando iban de viaje para realizar campañas misioneras. Los hijos menores de José: Jhosuelín y Ana, eran muy afines a él; pero no los hijos mayores que se parecían más al padre. La familia, pese al carácter severo y reservado de José, vivía en forma armoniosa y todos se amaban, tenían una posición social de clase media acomodada.
Jhasua no nació en el mes de Diciembre tal como es la tradición celebrar, sino en septiembre. La Iglesia nunca conoció exactamente la fecha de su nacimiento; pero el Emperador Constantino (siglo IV d.C.) fijó el natalicio a finales del mes de diciembre por razones de conveniencia y poder. Durante esas fechas, se celebran las Fiestas Saturninas, populares festejos en reverencia al Sol que el emperador quiso anular por considerar paganos. El fin de año era recibido con mucha alegría desde tiempos atrás y eso quedaba fuera del control de la iglesia, la cual no aceptaba lo que no podía dirigir.
La vida de Jesús, desde el mismo instante de su nacimiento, fue conocida, narrada en escritos y crónicas minuciosamente, pero esos escritos eran privados, solo conocidos por los esenios; por lo tanto, permanecían resguardados en los Santuarios. Los primeros cronistas cristianos no llegaron a saber la verdad, pues no era propagada a nivel externo. Si algún fragmento de ella llego a su poder, por más sencillo, ellos lo rechazaban ya que andaban buscando hechos asombrosos que atribuían a un dios sobrenatural y sus mentes no podían entender relatos mayores. También, hubo encubrimiento de lo conocido por parte del alto clero de la época; pero fue en tiempos de Constantino cuando la tergiversación llego a mayor magnitud, ya que el emperador volcó todo a lo externo. Aliado con el poder eclesiástico, jerarquizó la Iglesia, le impulso dogmas y ceremonias, ritos de gran ostentosidad para impresionar multitudes.
Ya en los siglos I y II de la Era Cristiana, los verdaderos seguidores de Jhasua de Nazareth eran perseguidos, condenados como herejes; de los esenios, nada quedaba. Al volcarse todo hacia lo externo, la ignorancia y el velo de los siglos fueron sepultando la pura enseñanza del Mesías de la cual, ahora, casi nada queda. Es sabido que él no propagaba sino verdades menores, porque la sabiduría de los Misterios Mayores quedaba rigurosamente preservada en los santuarios esenios de mayor altura.
Los padres de Jhasua eran esenios, así como Ana, Jhosuelín, el tío Jaime y otros familiares. También eran esenios los doce Apóstoles. No fueron todos pescadores ni tuvieron un encuentro casual con Jesús. Pertenecían a la Gran Alianza y seguían al Maestro desde muchos siglos atrás. En la planificación previa a esa gloriosa jornada, ellos quedaron incluidos por propia voluntad y merecimientos, puesto que así lo aceptaron.
Jhasua tuvo dos entrañables amigos: El africano Faqui y el Príncipe Judá. Existieron los Reyes Magos que no eran tres sino cuatro sabios de Oriente: Melchor, Gaspar, Baltasar y Filón de Alejandría. La historia real de ellos es bastante diferente a los relatos bíblicos. Muchas personas amaron a Jhasua y muchos también lo siguieron en misión redentora. Murió realmente en el Gólgota, en la llamada “Montaña de las Calaveras” (Jerusalén) por los numerosos cráneos de piratas ajusticiados que se veían allí.
Jesús realizo muchos prodigios llamados “milagros”. Sus asombrosas curaciones fueron en mayor cantidad y magnitud que las conocidas a nivel bíblico. Como estudiante avanzado de Sabiduría Divina, había desarrollado sus Poderes Internos; además, por ser el Mesías del planeta e hijo del Padre Sirio, lo acompañaban legiones de servidores que formaban la Gran Alianza, unos encarnados y otros no. Los no encarnados respondían inmediatamente a sus invocaciones lo cual, junto con el Gran Poder de su Yo Divino (Divina Presencia) hacia lo posible las mas grandes maravillas. Conocía la Medicina desde milenios y milenios; aunque no manifestó esos poderes curativos en todas sus vidas mesiánicas. Los 700.000 seres de la Gran Alianza siempre estaban con él. Los encarnados eran esenios que los acompañaban.
El Mesías de este mundo el Amado Sananda, encarnó como Moisés en su séptima vida terrena, se llamo Krishna en la sexta, fue Bhuda en la octava y Jesús de Nazaret en la novena.
Moisés nació en las tierras de Egipto hace 3.500 años. Su verdadero nombre fue Osarsip. Cuando tenía siete años y era educado espiritualmente en el Castillo del Lago Merik, Los Hierofantes, sus Maestros. Lo llamaban “Ra-Moses” (Sol de la noche). Ellos conocían su misión y sabían que había venido a elevar a la humanidad sumida en la noche oscura de su atrasada evolución. La palabra Moisés es una abreviatura de Atón-Moses, nombre espiritual que le dieron los sacerdotes en el Templo de Menfis cuando lo consagraron Hierofante en su juventud y él aceptó tan alto cargo.
Moisés fue hijo de la Princesa Real de Egipto, Thimetis, y del joyero de la corte Amram, de origen hebreo. Debido a la diferencia de razas y clase social, ellos se casaron en secreto. Thimetis adoptó al niño (su propio hijo) como si fuera de raza hebrea y plebeyo. Aparentemente, lo salo de las aguas cuando flotaba sobre una canastilla de mimbre en el rio Nilo, pero toda esa historia había sido cuidadosamente preparada con anticipación. Si fue verdad la persecución del faraón, que mando matar todos los niños hebreos recién nacidos; pero la aparente compasión de Thimetis permitió esa excepción discretamente. Con tan inocente engaño, se salvó la vida de Osarsip, adoptado por la Princesa Real aunque lo creyeran un niño hebreo.
Por intrigas de la Reina Madre, Gala Vatis (esposa del fallecido faraón Ramsés I) que deseaba el trono de Egipto para su hijo Amenhepat (después Ramsés II), Thimetis renunció a sus derechos y se desterró voluntariamente al Castillo de Lago Merik, llevando consigo al niño Osarsip. Al tener este diecisiete años, Ramsés II lo nombró Virrey de Egipto y Superintendente, segundo cargo en poder y dignidad después del faraón. Con firmeza, integridad y valor, realizó su maravillosa labor a pesar de las intrigas y persecuciones de la reina, Gala Vatis. Debido al carácter débil de su hijo Amenhepat, ella era quien realmente gobernaba, juntamente con los sacerdotes de su Consejo.
Cuando tenía veinte años, Moisés se vio precisado a huir de la Corte para salvar su vida. Se refugió en el desierto de Madiam (aldea del Pozo Durba) donde vivía su tío Jetro, hombre sabio y bondadoso dedicado al bien de la humanidad. Ambos fundaron allí la Escuela Iniciativa del Desierto, dedicada a estudios espirituales de alta sabiduría.
Moisés ayudó a su tío como pastor de ovejas, antílopes y cabras. Entre las hijas adoptivas de Jetro estaba Séfora con una historia muy trágica, pues había sido ultrajada por los piratas y vagaba como enloquecida cuando Jetro la recogió. Apiadado de ella, Moisés le ofreció un matrimonio convencional y adopto a Esén, hijo de Séfora, como propio. Desde los veinte a los treinta años, permaneció Moisés en el Pozo de Durba y tuvo ocasión de conocer la vida del desierto. Finalizado el peligro, regresó a Egipto.
Cuando tenía cuarenta años, Moisés realizo la gran epopeya llamada “Éxodo”: Condujo a una multitud de 600.000 personas por el desierto hacia las faldas del Monte Sinaí, región de gran radiación por vivir allí una comunidad de anacoretas en la cima del Sinaí, a quienes Moisés quería visitar. El propósito de conducir a esa gran multitud no era llevar “al pueblo elegido” a Palestina (la Tierra Prometida) pues ese territorio estaba poblado. Habría significado entrar en guerra con matanzas y atropellos para conquistarlo, todo lo cual no encajaba con los ideales de Moisés. El quería llegar al Sinaí y fundar allí las bases de una comunidad de altos ideales y superación moral, dedicada al trabajo y a la Luz, su pueblo elegido que lo acompañaba voluntariamente. Durante su ruta por el desierto hacia el Sinaí, no eran alimentados por un “Maná” milagroso que caía del cielo; porque Moisés conocía los secretos del desierto, sabia donde poder conseguir comida y agua sin recurrir a magia alguna.
La vida de Moisés fue la más larga de sus nueve encarnaciones terrenas. Refugiado en las alturas del Monte Nebo en compañía de su hijo adoptivo Esén, desencarnó en la espaciosa gruta donde acostumbraba a orar. Posteriormente, se estableció allí el Gran Santuario de Moab, centro dirigente de todos los santuarios esenios.
Antes de refugiarse en el Monte Nebo, Moisés dejo establecidos doce pilares para la continuidad de su enseñanza. Eran doce discípulos a quienes preparo cuidadosamente durante cinco años. Posteriormente, se interpreto que esos doce pilares eran doce tribus de Israel.
En su juventud, Moisés tuvo amores idealistas con la doncella Merik, hija del médico real, que no llegaron a culminar en matrimonio. Merik era la reencarnación de su Rayo Gemelo, la Amada Odina. La Divina Ley lo dispuso así ara fortalecerlo; aunque de manera fugaz. Se permitieron esos encuentros al principio y casi al final d sus encarnaciones terrenas para sostenerlo en la dura lucha, con objeto de que no llegara a desfallecer. Ya anteriormente, en pasados tiempos, había sucedido igual: Juno y Vestha, Numú y Vesperina, Anfión y Odina, La jovencita Merik pasó de plano, pero había diferencias sociales y bastantes dificultades que se interpusieron.
Moisés bajo a la Tierra como encarnación de la Justicia por lo cual fue el Gran Legislador de Israel. Entre los escritos que el dejo, solo uno conservo la esencia verdadera: Las Tablas de la Ley o los Diez Mandamientos, preservados en el Santuario esenio de Moab. Todo lo demás, incluso su propia vida, fue grandemente tergiversado de manera que, del Moisés verdadero, nada quedó.
El príncipe Siddhartha, a quien llaman Bhuda, pertenecía a la Bhuda, pertenecía a la dinastía reinante de Nepal en la India. Se trata de una de las reencarnaciones que tuvo en la Tierra, el Mesías de este mundo Amado Sananda: La octava.
La enseñanza y doctrina de Bhuda, por ser tan alta, elevada y abstracta, ha sido muy poco comprendida, esta grandemente desfigurada y tergiversada, así como también su vida. Fue convertida en religión con el nombre de Budismo y se extendió después por toda Asia con distintos enfoques en su esencia.
El nombre Krishna significa “secreto guardado en la sombra”, pues se ajusta muy bien a las circunstancias en las que Krishna nació: Perseguido desde antes de nacer por la Otra Polaridad a través de su poder terreno: Los magos negros de la Serpiente Roja, nefasta agrupación de psiquismo y maldad que tenia atormentado al pueblo.
Debido a esa persecución, era preciso mantener en secreto el nacimiento del niño. Amparado por las fuerzas de luz (que impidieron todo tipo de asesinato) Krishna siguió viviendo y llegó a ser posteriormente, rey de Madura. Los Flámenes de Bombay protegieron, y cuidaron a Krishna durante su infancia y adolescencia. Más tarde, a la muerte de su abuelo Ugrasena, ocupo el trono de Madura y fue rey del Dekán. Gobernó con sabiduría y justicia acompañado por su esposa Malva, hija de Biknuca, rey de Golkonda. Era muy querido por el pueblo debido a sus obras de amor, protección, paz, armonía y prosperidad. Trató de imponer orden y justica.
La verdadera historia de krishna no coincide con los relatos que han perdurado en el tiempo. Existió realmente hace 4.500 años. Era hijo de Vasuveda y Devanaguy, nieto del gran rey Ugrasena quien perdió el trono por la rebelión de su primogénito Kansas, miembro de la Serpiente Roja. Para ocupar su lugar, encarceló al padre y a Devanaguy que le estorbaban. El hecho de que ella iba a dar a luz al Avatar Divino fue conocido por la Serpiente Roja a través de sus augures o adivinos.
Como la Luz de dios nunca falla, la madre fue rescatada de la prisión a través de un túnel secreto dejo en su lugar el cadáver de una mujer joven cuyo hijito había muerto al nacer. Por ello, los miembros de la Serpiente Roja creyeron que habían triunfado. El niño fue entregado a la custodia del pastor Nanda, mas tarde, los sabios Flámenes de Bombay cuidaron su infancia y adolescencia. Cuando Ugrasena recupero su libertad, Krishna se trasladó al Dekán para ayudarlo en el gobierno. Posteriormente, a la muerte de su abuelo, Krishna quedo como rey de Madura.
Nunca, el Mesías vino a la Tierra para casarse y tener hijos, pues esa no era su misión; pero, por entonces, acepto un matrimonio convencional por motivos de protección: Para ayudar a la madre y al hijo por nacer. Malva había caído en desgracia por haberse enamorado de un príncipe extranjero que estaba en la corte como rehén y después la abandono. Al enterarse el rey Bicknuca, lleno de ir, la encerró en un templo para siempre; pero olvido sus rencores por conveniencia, al ser solicitada su hija por un príncipe tan rico y poderoso. Nunca nadie llegó a saber que Krishna no era el padre de Shayán. Esa misma historia se repitió después, con Moisés y Séfora.
La Serpiente Roja fue un poderoso enemigo de Krishna, del pueblo hindú. Implantaba cultos sangrientos de dioses feroces que reclamaban niños para aplacar su ira, degeneraba las costumbres, empobrecía la vida. Esta institución de psiquismo y perversión contra la cual tanto lucho Krishna, tenía su origen remoto en la Lejana Lemuria y había extendido sus tentáculos por todo el Dekán, de una manera muy astuta.
Krishna murió asesinado en plena juventud, mientras iba camino de Golkonda. Cayó en una emboscada tendida por bandoleros. Al frente del gobierno quedaron su esposa Malva, su hijo adoptivo, Shayán y tres discípulos: Arjuna, Paricien, Abgigata quienes continuaron su labor con altura, prolongada por tres siglos de bienestar, paz, armonía y elevación espiritual. La muerte prematura de Krishna no pudo acabar con la maravillosa labor de amor, orden y bienestar social que él había logrado conquistar.
Quinta reencarnación terrestre del Amado Sananda. Mesías de este mundo. Fue hijo de Adamú y Evana quienes son llamados “Adán y Eva” en la Biblia; pero la historia bíblica difiere de la verdad grandemente, ya que eses relato quedó como una especie de leyenda o fantasía y, además está muy distorsionado realmente.
Abel nació hace unos diez mil años en el país de Ethea, en la Cueva de Gaudes, mago atlante que protegió a los jóvenes esposos y, anteriormente, a sus madres de manera no visible. Solo tenía unos meses cuando Adamú y Evana, aconsejados por los Kobdas que los visitaron, se fueron a vivir a un Edén no habitado, una cueva mayor porque había peligro de ser atacados por los piratas. La nueva morada estaba situada en el país de Galaad (cordillera del Antilíbano) y llevaron a Abel con ellos juntamente con Kaíno, su hermano adoptivo (el Caín de la Biblia) dos años mayor.
Cuando Abel tenía cinco años, la familia se trasladó al Santuario de la Paz construido por los Kobdas en las cercanías del rio Éufrates. Allí, se educo en su infancia y juventud. La fraternidad Kobda cuido de su formación espiritual y esa amorosa protección fue muy fundamental.
Abel tuvo un hermano menor llamado Seth (reencarnación del kobda Senio) y cuatro hermanos adoptivos con los cuales se crió en aquellos tiempos en los que comenzaba la Civilización Adámica, vigente aún en la actualidad. Uno de ellos era Kaíno. Los otros tres se llamaban: Iber, Helia y Mabi (un varón y dos niñas).
La historia verdadera de Abel no coincide con lo relatado en la Biblia. Está narrada magistralmente en la obra “Civilización Adámica”, que consta de varios tomos. La instrucción fue dictada por el Maestro Hilarión., Director del Quinto Rayo de a Verdad, a Josefa Rosalía Luque Álvarez desde los Planos de Luz (Archivos Arkásicos).
Las nueve reencarnaciones de Sananda fueron las siguientes: En la antiquísima Lemuria, vivió dos veces como Juno y Numú (marino y pastor). En la prodigiosa Atlántida, transcurrieron dos existencia físicas en las que se llamo Anfión y Antulio (rey, filosofo y medico). La quinta como Abel, en los países de Éufrates y el Nilo, fue de paz y armonía, de descanso fortalecedor. Como Krishna, era príncipe de Madura en la india. Moisés (Osarsip Ra-Moses) en la séptima encarnación, dejo una magnífica obra de luz tras de sí. Siendo Bhuda, dio su altísima enseñanza en Asia. Finalmente, en Palestina, transcurrió la novena y última existencia física como Jhasua de Nazaret (Jesús el Cristo). En esos tiempos durante la época de Abel, era costumbre acondicionar confortablemente algunas cavernas o cuevas naturales que se convertían en viviendas, santuarios y albergues. Así lo hicieron también los Kobdas. Las nuevas Casas de Numú (como llamaban a los Albergues) servían de refugio para enfermos y desvalidos a quienes los Kobdas cuidaban. Esos lugares recibían el nombre de “Edenes” palabra que en el lenguaje de entonces significa “Jardín silencioso” ya que estaba rodeado de esplendida vegetación. El Patriarca, un Kobda de prestigio y respeto, era autoridad del Edén. La Fraternidad Kobda ampliaba, en esos sitios, su labor de amor y ayuda a la humanidad. Las espaciosas cuevas, a veces eran minas abandonadas.
Como Adamú y Evana convivieron con una familia de renos que habían sido perfectamente adiestrados por Gaudes y esos animales son domésticos, muy posteriormente, surgió la confusión de asociar la encarnación de Abel con la de Jhasua de Nazaret, cambiar los renos por la mula y el buey del tan conocido “Nacimiento”, que nunca sucedió así ni fue de esa manera en ninguna de las reencarnaciones del Mesías terrestre.
Abel murió asesinado en su juventud por culpa de la ambición, intrigas y traiciones de su hermano adoptivo Kaíno. El hacha afilada de un guerrero disparada a distancia, se le clavo en la espalda. Por este hecho, los caudillos de la Gran Alianza castigaron duramente a Kaíno. Lo encadenaron de por vida, en el peñón de Sindi.
El nombre de Abel significa “Bello como el sol” en la lengua atlante y fue puesto al niño por sugerencia de los Kobdas, ya que Adamú y Evana lo llamaban “Piquín” que significa “pequeñín”; pero, según revelación recibida en los santuarios, debía llamarse Abel.
Gran filósofo y notable médico que vivió en la desaparecida Atlántida, en la ciudad de Manha Ethel donde había nacido. Allí, formó una Escuela de Sabiduría con propósitos de educar a la juventud. En ella, aceptó también a mujeres, lo cual no era común en aquel tiempo. Se impartían conocimientos muy avanzados que incluían, en forma completa, todo lo espiritual, científico y artístico conocido: Química, Botánica, Astronomía, Filosofía, Matemáticas, Mineralogía, Historia, Arquitectura y sobre todo, Ciencias Metafísicas que eran llamadas “Sabiduría Divina”.
Era la cuarta encarnación del Mesías en el Plano Físico, la segunda en la Atlántida. Un milenio después, vendría Abel para seguir sembrando, en el mundo, la paz y el amor. Antulio fue atacado por el poderoso clero de su tiempo, que se sentía molesto por la admiración que despertaba el Maestro. Por medio de un engaño sutil, convencieron a Iris Leda de Chañaral, alumna de la escuela externa, para que firmara una declaración que fue la sentencia de muerte. El Alto Tribunal Eclesiástico, reunido ostentosamente en el Gran Templo de Zeus, lo condenó a morir por medio de una copa envenenada.
La Divina Justicia impidió que el cuerpo de Antulio fuera arrojado al muladar, según era costumbre de entonces. Con mucha precaución y en silencio, fue recogido por su madre Walkyria y por su hermana Aladis. Tres años después de este asesinato, las tierras temblaban, los volcanes despedían furioso fuego: fue el tercer y último hundimiento de la Atlántida.
Cuando Antulio murió envenenado, los sacerdotes de aquel tiempo clausuraron su escuela: después, persiguieron a los discípulos que se dispersaron y huyeron para poder salvar sus vidas. Un grupo de ellos, dirigidos por Hilkar de Talpakén, se internó por el Mar Grande (actual Mediterráneo) y fue a parar a las Costas de Atica (Grecia), donde Hilkar se quedo a vivir (Monte de las Abejas) y fundó la Fraternidad de los Daktylos.
La Madre de Antulio, Walkyria Cerro de Oro, con otro grupo formado por cuatro discípulos (Audino, Tylo, Dorki, Adulik) busco refugio en las tierras que ahora llaman Escocia, donde compraron un viejo castillo situado en un lugar alto y permanecieron por once años. Desde allí, poco tiempo después de haber llegado, presenciaron aterrados el hundimiento de Manha Ethel hasta que los más altos obeliscos de la ciudad desaparecieron de vista. -¡Justica Divina!- clamaban al pensar en la muerte del Maestro.
Walkyria fue enterrada en Mauritania (África actual); luego, tres de los discípulos que quedaban siguieron hacia el país de Shior (Egipto) donde se unieron a otros emigrados atlantes que allí se habían establecido en los tiempos de Anfión y vivían en la ciudad Anfiona.
Antulio fue hijo de Aarán-Araset y de Walkyria de Cerro de Oro. Ambos seres de avanzada y larga evolución, eran integrantes de la Gran Alianza; por lo tanto, ellos se ofrecieron para esa Misión de Luz. Aarán-Araset reencarnó posteriormente como el kobda Tubal; más tarde, fue el esenio José de Arimatea. Walkyria tuvo una vida e gran altura moral-espiritual como Ada de Mosul, Esposa de Bohindra.
Es sabido que los seres de la Alianza siempre acompañan al Mesías de este mundo en sus misiones terrenas para asistirlo, protegerlo, ayudarlo. Con este fin, tomaban vida física previamente planificada con anterioridad.
Anfión fue el nombre el Mesías de este planeta (Amado Sananda) cuando, en su tercera encarnación mesiánica, vivió en el lejano continente de la Atlántida que ya no existe. Nació en la ciudad de Orozuma, capital del reino de Otlana. Era hijo del sabio y poderoso rey Senegaldo, de la reina Wilfrida, su esposa. Siguió los ideales bienestar, paz, progreso para su pueblo que habían distinguido a su padre. Por su bondad y justicia, Anfión fue conocido como “el Rey Santo”.
Heredero de tres reinos: Otlana, Teoskandia y Dyaus, vivió para elevarlos, engrandecerlos a nivel moral y espiritual, según los principios establecidos de rectitud, laboriosidad y respeto. Cuando llevaba diez años reinando, se casó con Odina, su Rayo Gemelo que lo había acompañado en las dos encarnaciones anteriores. Ella era una princesa del reino vecino de Dyaus, hija del monarca de Atho-fana. A los dieciséis años de matrimonio, Odina paso de plano y Anfión quedó solo. La prosperidad y el bienestar reinaban en sus dominios cuando su hermano menor, Alpha-Huari, segundo hijo del Rey Senegaldo, se puso a intrigar, a levantar conspiraciones para apoderarse del trono. Ante la grave situación generada de caos y violencia, Anfión decidió renunciar a sus derechos en favor de su hermano, con objeto de evitar la guerra civil con derramamiento de sangre. Después, se retiró a una vida de soledad y aislamiento en compañía de sus discípulos, los Profetas Blancos. Así, en forma anónima, finalizo su existencia física en este mundo.
El antiguo Reino de Otlana estaba construido por diez esplendidas ciudades gobernadas por diez príncipes sabios, fieles amigos de Anfión. En cada una de ellas, había un aula-escuela de enseñanza espiritual a nivel espiritual a nivel publico con el lema que, posteriormente, tuvieron los Kobdas: “Extraer del fondo de las cosas lo más hermoso que hay en ellas”. También utilizaban los símbolos distintivos: El Codero, la Cruz y la Estrella de Cinco Puntas.
Los dirigentes de esas escuelas fueron prevenidos anticipadamente (por vía espiritual) acerca de un destructor cataclismo que hundiría parte de la Atlántida. Se les indicó exactamente donde debían emigrar para salvar sus vidas y también con objeto de llevar la enseñanza a otros lugares de la Tierra, a partes no afectadas por inundaciones, terremotos y volcanes.
Antes de que sucedieran los hechos ellos organizaron un éxodo dirigido a cuatro sitios específicos: Unos se quedaron en la Zona Este de la Atlántida, que no iba a ser afectada por la catástrofe. Alii, se encontraría, siglos después, el sabio Maestro Antulio.
El segundo se dirigió hacia el Oeste, un país de selvas inmensas y enormes montañas, ricas en metales preciosos (México, Centro América, Perú). La tercera parte estableció en las grutas altas de los Pirineos, gran cordillera situada entre Iberia y Galicia de entonces (España, Francia). El cuarto grupo eligió la fértil zona regada por el rio Nilo. Los Profetas Blancos con sus dirigentes, decidieron que ruta seguir, a donde ir.
De esta manera, fue preservada la enseñanza de Anfión y Odina, los Santos Reyes de Orozuma, capital del reino de Otlana en la antigua Atlántida. Dicha enseñanza es la misma que propagó el Maestro Antulio y la que, posteriormente, heredaron los Kobdas.
Como es sabido, en la Atlántida, hubo tres hundimientos que fueron consecuencia de las leyes karmáticas, debido a la infiltración del Psiquismo, al mal uso de los Poderes Divinos y a la ciencia, la tecnología de gran altura que lograron alcanzar. Parte del continente iba desapareciendo en las dos primeras catástrofes; pero, después de la tercera, ya nada quedo sino fragmentos de montes altos que han perdurado como islas. El rey Anfión vivió antes de que tuviera lugar la primera de estas catástrofes. El sabio Antulio encarnó antes del tercer hundimiento, último y definitivo.
La segunda reencarnación terrena del Amado Sananda fue como Numú, pastor de ovejas en la lejana Lemuria. Tuvo por compañera a Vesperina, su Rayo Gemelo, hija del poderoso rey. Como todo estaba en ley por previa planificación en los Planos de Luz, los jóvenes se casaron sin obstáculos ni dificultades, pese a la humilde condición social de Numú. El dijo ser de Man-luz, el país de las quince lunas, lo cual era verdad a nivel espiritual; pero, tomado externamente, lo favorecía mucho pues todos creyeron que Numú era un importante príncipe de lejano reino, lo cual resolvió posibles obstáculos que pudieran impedir la unión.
Las dificultades comenzaron con posterioridad a la muerte del rey, Ministros y cortesano ambiciosos tramaron apoderarse del trono, de todo el patrimonio real y persiguieron a muerte a los príncipes que huyeron del palacio disfrazados de pastores. Con algunos servidores que los acompañaban, Numú y Vesperina se refugiaron en la casa de rocas donde él había vivido anteriormente: Un hueco o cavidad habitado como hogar en la parte central de una inmensa cruz de piedra, recinto consagrado al Ser supremo por sacerdotes de antiguos cultos y tiempos lejanos.
A la muerte de Vesperina, en su memoria y sobre su tumba, se construyó un dolmen blanco de piedra que era visitado por quienes buscaban consuelo y liberación en sus desgracias. Por la alta vibración de ese lugar y la asistencia de luz que allí había, comenzaron a suceder prodigios que parecían milagros y más personas iban en peregrinación para buscar ayuda espiritual. Esa era la misión de Numú en aquellos tiempos.
Numú murió despeñado desde gran altura. Fue condenado a muerte por el clero y los poderosos de la época, a quienes no agradaba la labor misericordiosa que el realizaba entre los desposeídos. Por infames calumnias que ellos bien acogieron, ordenaron el destino que tenían, por entonces, los criminales y delincuentes: ser despeñados desde lo alto de los gigantes de piedra que adornaban la fachada del palacio real. Veintitrés años después de la muerte de Numú, sucedió la tremenda catástrofe que hundió Lemuria y la sepulto bajo las aguas del inmenso océano.
(El Mago de las Tormentas).- El Mesías de este planeta, Amado Sananda, encarnó por primera vez en la Tierra con el nombre Juno. Esto sucedió en un remoto pasado, en el continente desaparecido que se llamó Lemuria, que existió antes de la Atlántida.
Juno nació en la costa norte del Mar Sereno (actual océano Pacifico). Breket, su padre, era constructor de barcos y gozaba de prosperidad por ser muy competente en su oficio. Príncipes y magnates le encargaban navíos de bastante calidad, muy resistentes al mar. Juno era el mayor de cuatro hijos, el único varón. A él y a su hermana Gerkina, Breket los preparó como marinos; a sus dos hijas menores, para trabajos hogareños. Huérfano desde muy joven, Juno se dedico a la vida del mar; peo no quiso vivir de pesar grandes bestias sacadas de las profundidades como lo hacían los hombres de la comarca. Se casó con Vestha, hija de un marino, amigo de su padre, que fue el protector de su orfandad y le dio un pequeño barco pesquero como obsequio. Vestha era una bella joven, pero estaba ciega.
El sueño de rescatar vidas y arrebatarlas a los piratas se cumplió con la ayuda de una tripulación a la deriva: Un barco velero donde los marineros se habían sublevado contra el despótico capitán que murió asesinado. Recatados para el bien, ayudaron a Juno en su labor misionera. Arrebatan niños a los piratas o los recibían de sus aterrorizadas madres, para impedir que los vendieran como suculento manjar en las mesas de los ricos. Por entonces, existía esa nefasta costumbre. Juno salvaba a las víctimas, pequeños niños de cortos años y los protegía de ser devorados por ricos magnates.
Al considerarse perjudicados en sus intereses, los poderosos atacaron a Juno. En la oscuridad de la noche, los piratas atacaron su barco color ceniza, amarraron a Juno y su esposa del palo mayor y hundieron el navío en el mar. Así acabo la vida de Juno, audaz marino a quien llamarón “el Mago de las Tormentas” por sus audaces correrías en el mar.
Los Navegantes de Juno fueron continuadores, también audaces marinos unidos por el mismo ideal: pero todos morían asesinados por los piratas. Quienes lo ayudaron en su labor misionera de rescate fueron sus marineros conocidos como “Marinos salvadores de vidas”. También recibían el nombre de “Llamas del Mar”, porque avisaban a la gente de la proximidad de los piratas, colocando antorchas encendidas en las costas.
Vestha, esposa de Juno, era la encarnación de su Ray Gemelo (Amada Odina). Por especial dispensación, fue eso posible con objeto de fortalecerlo y ayudarlo, pues todavía el Mesías necesitaba de ese apoyo, el cual se prolongo durante dos vidas más en los comienzos de su labor misionera: cuando Numú (Vesperina) y en tiempos del Rey Santo, llamado Anfión (Odina). Estuvo encarnada en Merik, por un corto periodo en los tiempos de Moisés.
ESTAS SON LAS NUEVE ENCARNACIONES DE NUESTRO AMADO MESÍAS INSTRUCTOR DEL PLANETA LUZ-TIERRA, MAESTRO SANANDA-